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Esto es lo que NO debes hacer al rediseñar tu marca (Rebranding)

  • bysideestudio
  • hace 7 días
  • 5 Min. de lectura

Vivimos un momento en el que las marcas compiten por atención. En ese ruido, generar recordación se ha vuelto más retador. Muchos negocios ya tienen algo de camino recorrido y, aunque una parte del público aún no sea cliente, los tiene presentes y cuando necesitan un producto o servicio, los consideran. En ese contexto, el rebranding aparece como una opción tentadora para “verse mejor” o “modernizarse”. Pero no todo cambio suma. Aquí te hablamos sobre lo que no debes hacer y cómo evitar errores que cuestan dinero.


Qué logra un buen rebranding y qué no

Un buen rebranding es una oportunidad para afinar la esencia de la marca, resaltar lo que la hace valiosa y alinearla mejor con su público actual. Puede ayudarte a: 

  • Aclarar la promesa y el posicionamiento

  • Ordenar la voz y el estilo visual para que todo se sienta coherente. 

  • Facilitar que el cliente entienda rápido qué ofreces y por qué elegirte. 

  • Actualizar o crear elementos que quedaron atrás sin perder el reconocimiento logrado. 


Pero un rebranding mal ejecutado puede confundir al público y cambiar la percepción de tus productos o servicios, aunque no los hayas tocado. ¿Por qué ocurre? Porque el proceso no profundizó en puntos esenciales como: 

  • Contexto del negocio: dónde estás, cómo compra la gente, qué espera en ese lugar. 

  • Conocimiento del cliente: necesidades, tiempos, barreras, cómo reconoce tu marca. 

  • Percepción real: comentarios de clientes, reputación acumulada, señales que ya funcionan. 

  • Historia del negocio: qué elementos no conviene mover, porque sostienen la memoria. 


Por eso es muy importante que en el rebranding se tenga un proceso definido y ordenado, e implementen una metodología donde se abarquen todos los puntos posibles, no se deje nada al azar y no se termine haciendo el diseño “solo porque se ve mejor” o “porque es lo que se está usando”. 


Ejemplo de rebranding mal ejecutado (Hipotético)

Imagina un negocio de comidas rápidas que nació en la esquina más transitada de un barrio: la gente pasa cuando va o vuelve del trabajo. Con un logo sencillo hecho por un familiar, camisetas del mismo color para el equipo y un letrero grande, el lugar se mantiene dos años con ventas sanas. ¿Qué percibe el público? “Comida rica, rápida y a buen precio.” Muchos lo reconocen de camino a casa: entran, piden y salen con su cena en minutos. 

El dueño piensa que es hora de mejorar su imagen y decide contratar a una agencia para un rebranding. Recibe propuestas “a la moda”, con un cambio de nombre para “sonar más fresco”, materiales elegantes y una recomendación: remodelación total. El local ahora luce como restaurante “de ocasión especial”: 

  • Uniformes más formales. 

  • Mesas y decoración más sofisticadas. 

  • Un letrero nuevo, minimalista, nada parecido al anterior y que ya no se reconoce a distancia.


El producto no cambió: siguen vendiendo lo mismo, con la misma rapidez y el mismo precio. Pero cambió el cómo se muestran. 

¿Qué pasa los siguientes meses? Baja el flujo de gente. Clientes de siempre pasan de largo. Algunos piensan: “se volvieron caros” o “eso ya no es comida rápida”. Otros creen que es otro negocio. Las ventas caen y nadie entiende por qué… hasta que miran el contexto

  • Es una zona de paso, no de restaurantes para sentarse largo rato. 

  • El público busca rapidez y claridad, no mantel ni menú de lectura lenta. 

  • El nombre anterior y el color del uniforme eran anclas de reconocimiento: ayudaban a “encontrar” el lugar. 

  • El letrero nuevo es elegante, sí, pero invisible desde la esquina.


No falló la comida ni el servicio. Falló la percepción: elevaron tanto el concepto que quebraron la asociación “rápido y confiable” que los sostenía. Se perdió señalización (cómo te encuentro) y coherencia (lo que veo no coincide con lo que espero en ese punto del mapa). Resultado: menos visitas, más dudas y confusión entre las personas. 


¿Cómo pudo hacerse mejor sin perder clientes?

  • Mantener nombre y elementos clave de reconocimiento (color, ícono, tono directo). 

  • Modernizar sin romper: tipografías más legibles, iconos claros, carta en formatos rápidos. 

  • Señalización visible a distancia: letrero alto, precios visibles, mensajes cortos. 

  • Uniformes funcionales y amables, no formales. 

  • Pequeñas mejoras que sugieran calidad (iluminación, limpieza, empaques) sin parecer “lento” o “caro”. 

  • Prueba piloto: testear un prototipo de fachada y menú una semana y observar el tráfico antes de cambiar todo. 

El aprendizaje es directo: no confundas “verse mejor” con “servir mejor a tu contexto”. El rebranding debe acercar a tu cliente, no alejarlo a veces menos es más. 


Cómo hacer un buen rebranding sin perder la esencia


1) Escucha y observa antes de mover una pieza. Recolecta comentarios reales: ¿por qué te eligen?, ¿en qué momento del día compran?, ¿qué señales usan para encontrarte?, ¿qué no deberías cambiar? 


2) Define qué no se toca. Lista 2–3 elementos que sostienen reconocimiento: nombre, color, apodo, ícono, frase. Es tu piso


3) Los cambios con criterio. Actualiza tipografías, colores y fotos para mejorar claridad y legibilidad. Pregunta siempre: “¿Esto se entiende más rápido?” 


4) Mide el impacto en lo cotidiano. ¿Se ve el letrero desde la esquina? ¿El menú se lee a un metro? ¿La web y las redes suenan igual? Revisa lo que pasa en la vida real, no solo en el archivo. 


5) Evolución, no crear desde cero (Excepto si hay un problema serio de reputación). Cambios graduales mantienen la memoria del cliente. Hay que mantener el reconocimiento que la marca existente, a veces menos, es más. 


6) Alinea a tu equipo. De poco sirve un manual de marca completo si el equipo no sabe cómo aplicarlo. Deja guías claras y ejemplos listos para usar: es la manera más simple de garantizar consistencia.


Conclusión

Un rebranding bien hecho no es cambiar por cambiar: es ajustar con intención para servir mejor a tu cliente, según el lugar y el momento en que te encuentra. El error más común es elevar tanto el concepto que rompes la memoria que ya habías construido. No cambies por moda; cambia para que se entienda mejor y todo sea coherente. Conserva lo que te reconoce, mejora lo que confunde, escucha a tus clientes y prueba antes de escalar. Así, tu marca no solo se ve mejor: también funciona mejor para quienes la eligen. 

Si quieres hacerlo como se debe y con una metodología que funciona, en Byside te ayudamos rediseñar tu marca, ajustando tu mensaje a uno claro y coherente, sin sacrificar lo que ya te funciona. 

 
 
 

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